martes, 17 de julio de 2007

la recolección del maíz.

Continuando con lo de las suposiciones, todo parece indicar que hay un universo Mucho muy grande del cual somos solo una ínfima parte.

Como eso de la observación es una cuestión de perspectiva, cuesta trabajo tener en cuenta objetos de escalas galácticas en nuestra cotidiana vida. Es preciso prescindir de dicha información durante la mayor parte de nuestras vidas, a menos claro que se sea un astrónomo o astrofísico de profesión.

Es por eso, y por la naturaleza subjetiva de la realidad, que muchas veces nos encontramos con que nuestro Universo es una persona, o quizás un grupo de personas, o una actividad económica, o una actividad artística, o incluso un objeto "material". No es raro entonces escuchar frases como "el teatro es mi vida" o "yo vivo para la música" o "muero por tener el nuevo videojuego" en la vida diaria.

Es decisión de cada quien qué y cómo forma parte de nuestro universo personal. En el caso de que otra persona lo sea todo para uno, nos topamos con emociones fuertes que a veces nublan nuestro juicio y afectan nuestras decisiones, asi que mejor diré que nuestro deseo (voluntario o no) nos lleva a escoger los aspectos que nos resultan importantes de la vida. En otras palabras, el deseo nos lleva a dar sentido a nuestra vida.

Continuando con eso un joven podria afirmar que, mientras hay un universo "allá afuera" en constante expansión, no tiene ninguna importancia -cosmicamente hablando- el que haga o no sus deberes escolares. A fin de cuentas, nuestro tiempo en la tierra es finito y, trascendiendo todo orden social, la verdadera finalidad de nuestra existencia consiste en pasarla tan bien como podamos.

Al joven bien podría reprochársele que sus deberes son parte de un conjunto coherente de sucesos ordenados que lo llevarán a tener una cierta formación academica y por lo tanto un buen desempeño social. Así, se hallaría desesperanzado al no poder asistir a la fiesta que lo es todo para él por que sacó malas calificaciones y debe preparar un examen final.

Pero en este amargo desconsuelo hallamos la sutil posibilidad de estudiar lo que nos gusta.

Aunque muchas personas dejan que la opinión general, o la opinión de otros sea la que establezca que es lo que a uno debe gustarle o no, cuando uno halla la actividad que le gusta de verdad, se forma en ella, se capacita en ella y finalmente se desempeña ejerciéndola, se alcanza un grado sumo de satisfacción por el cual vale la pena sufrir en esta vida.

Uno sabe que cierta actividad le gusta cuando se puede pasar horas haciendola, de repente darse cuenta que han transcurrido cinco o seis horas y que uno hasta se ha olvidado de comer por estar "absorbido" en dicha actividad.
Algo te gusta cuando, aunque no seas muy bueno en ello, tengas toda la disposición y ánimo de aprender a hacerlo desde cero, cueste lo que cueste.
Algo te gusta cuando puedes llevar haciéndolo meses y aun tener ese entusiasmo por analizarlo de otra forma, plantearlo de otra manera, desarrollarlo nuevamente, expandirlo, añadirle algo propio, recrearlo y no sentir que has estado trabajando con "lo mismo".
EN fin, tener el trabajo que te gusta es una forma de pasar el rato de forma agradable y además ser remunerado por ello.

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