jueves, 6 de septiembre de 2007

Manos. Y goma de mascar.


ese día había tenido una de las peores pesadillas de mi vida.
Y en ella no hubo violentos monstruos ensangrentados, ni exámenes de matemáticas, ni hologramas realistas de pies apestosos tamaño elefante.
Sólo estábamos yo y un vacío interminable.
Y luego, por alguna razón, tomé conciencia de que estaba dormido y que todo era un sueño.
Intenté despertar mas no pude.
Hállandome en tal situación, al tratar de ubicarme, pude sentir mi cabeza sobre la almohada, las cobijas sobre mi cuerpo. Mis ojos... ¿estaban abiertos? No me lo pareció así.
Me sentía como si fuera un ser liviano, encapsulado en un cuerpo mal acostado sobre un colchón viejo y podía observar desde un punto de vista único. Mi cuarto no lucía como mi cuarto ni el mundo como el mundo.
Luego quise moverme. Pero supongo que un cerebro y una columna vertebral eran lo que me ataba aún a mi forma física, que en ese momento pude sentir bien: Sentía que estaba recargado sobre mi brazo derecho, lo cual interrumpía el flujo normal de sangre. También sentí que mi corazón exhausto bombeaba con fuerza para no dejar que algo malo le pasara a las células de mi brazo.
Pero luego sentí mis pulmones, y mi respiración: Como estaba mal acomodado -mi cabeza vuelta sobre la almohada, mis costillas comprimidas- apenas podía respirar. Me alarmé, pues creí que poco era lo que realmente podía hacer.
Y entonces la desesperación comenzó y me pareció que no terminaría nunca. Pensé que iba a morir, ahí, sin poder hacer nada por salvarme. Fue cuando intenté gritar. Pero mi cuerpo parecía estar en otra parte, como si fuera un robot sin piloto, sólo una cosa con funciones automáticas de mantenimiento. Y yo, me sentía como un punto suspendido en el centro exacto de mi ser, un punto que no podía estirarse a alcanzar los "mandos" que le devolverían el control sobre mis facultades.
Cada momento que pasaba era una angustia terrible, pues según yo gritaba y pataeaba, pero mi cuerpo estaba ahi, abandonado y sin esperanzas.

Los minutos me parecían eternos, de duración infinita... Casi me rindo -sentía que estaba desapareciendo!-, pero luego, sentí como si un balde de agua hubiera bañado mi forma incorpórea, pues fue como sentirme refrescado, aclarado, despierto...

Me incorporé en la cama aspirando una enorme bocanada de aire, y sentí de inmediato la oleada de sensaciones que correspondían a lo que antes describí... Mi brazo cosquilleaba, respiraba profundamente (pero con dificultad), y el fuerte palpitar de mi corazón retumbaba en mis oidos, haciéndome claro que era el único sonido de aquella noche obscura.

Cuando la cabeza se me aclaró, aún estaba asustado. Muy asustado. Y entonces fue cuando noté que mi cuarto seguía allí, tal cual lo dejé: el telefono, el reloj, la computadora, la Tv... fue como si todo -la casa, los materiales, la ventana, el cielo en la ventana, el mismo aire que respiraba- se materializara al instante. Recordé entonces que una vez oí que las cosas no existen, no hay un "mundo externo" que exista por sí solo, pues la objetividad no es más que una ilusión... que la realidad existe hasta que la percibimos (mediante nuestro cerebro y nuestros organos receptores), lo cual implicaría que el "mundo externo" no existe si no estamos aqui para percibirlo, y que nosotros no existimos si no tenemos un "mundo externo" que percibir, un "mundo externo" en el cual ubicar nuestra "posición", nuestra forma física... nuestra misma vida.
También recordé que alguien dijo que, a veces, cuando dormimos, pasamos a otro estado de conciencia en el cual nos es casi imposible distinguir entre lo que es un sueño y lo que no. Es decir, nuestra mente está en otra parte.

Entonces, si la realidad existe en nuestra mente (el mundo existe cada vez que lo percibimos y nosotros cada que lo percibimos) no pude dejar de pensar en que, de alguna forma u otra, mis sueños debían existir, puesto que los percibo como cosas tan reales como este mundo y, de inmediato, me pregunté ¿Qué tal si un día no despierto en esta realidad? ¿Qué tal si un día mi mente decide que el mundo "real" no es este, sino uno de los tantos que visito cuando estoy dormido?
Por suerte, hoy tuve la fortuna de que, después de viajar por varias "realidades", volvi aquí, a esta realidad, la que mi mente elige que es "la buena".
Pero ¿Y si mañana no? ¿Qué si sucediera que amanezco en otro mundo, en otro plano existencial? ¿Cómo sería? ¿Aterrador? ¿Podría volver aquí?

No tengo esas respuestas pero sí muchas más preguntas... lo que se de cierto es que cuando por fin amaneció, abracé a mi familia muy muy fuerte.
Quien sabe, quizás el día de mañana, en esta realidad, mi cuerpo amanece, pero sin mi.

Seguro me declararían en coma y yo... creo que extrañaría este lugar...


créditos de la foto a rossmania.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelso...
Ahora mismo kisiera dormir, por que me siento realmente mal..pero lo que realmente quiero decir....quizas no hay un mundo maravilloso afuera, kizas todo esta ahi dentro, en el mejor computador que el hombre tiene, El cerebro!.....y aquellas percepciones son las mejores jugarretas que puede hacernos la materia gris...no sé no sé...
esto de que duela el amor no me deja pensar claramente, haré uso de la droga más útil, DORMIR