viernes, 11 de enero de 2008

Adventures of the Spoon Knight vol. 2



Podría haber jurado que un piano sonaba en la distancia... alguien tocaba una melodía hermosa, tranquila, pero a la vez, apasionada.

A pesar de la obscuridad, supe que ella me miró a los ojos.

- Siempre es mejor con la luz apagada - dijo. Su voz era un suave susurro, un sonido tranquilizante, una dulcísima voz femenina que, en el fondo, me resultaba irresistible, me hacía incluso, desearla.

Pareciese que leyó mi pensamiento y percibí que se sonrojó y sonrió. Se alejó un poco y continuó, con el mismo tono:

-Hace que confíes menos en tus ojos, cosa que deberías hacer más seguido.

Esbocé una sonrisa. Ella estaba arrodillada a unos pasos de mí, y yo estaba sentado con las piernas cruzadas sobre un cómodo cojín. Se levantó, fue a sacar algo de alguna parte y luego se me acercó.
Al estar suficientemente cerca, y con amabilidad, me puso una venda alrededor de los ojos. Su cabello rozó mi rostro un momento.

-Continúa - me pidió

Suspiré. Sentía como ella vertía toda su atención, centraba todo su ser en mí.

-Adoro cuando haces eso - dijo, justo antes de que comenzara mi relato, rió suavemente, tapándose con su mano, y luego añadió - lo adoro porque me cuentas la verdad, y siempre que vas a decir la verdad, suspiras inconscientemente.

Sentí como se me acercó mucho. Debió detener sus labios a un milimetro de mi mejilla, podía sentir su respiración. Sin besarme, se hizo para atrás, y me dijo:

- Perdona. Quería decírtelo, pero ahora sí, te escucho.

Y comencé:

-"Aquella noche, ella llevaba puesto ése vestido, usaba ése perfume... Se veía preciosa...
"Me acerqué. Notó mi presencia, volteó y me dirigió ésa mirada."

Percibí, de alguna forma, que ella sonreía. Continué:

-"Se acercó a mi y me fue abrazando lentamente. Entonces, pude sentir su calor.
"Pero no era simple transferencia de temperatura, no. Sentía su alma, sentía como ella, su misma escencia, me rodeaba firmemente. La rodeé también con mis brazos y me acerqué mucho a su oído.
"La abrazaba a ella, aunque también abrazé su alma cuando le dije con seguridad y cariño:

"-No te preocupes, todo va a estar bien.

"Y entonces ella me apretó con fuerza y sentí como una de sus lágrimas besó mi cuello."

Hice una breve pausa, suspirando. Seguí:

-"Nunca podré explicarlo bien. Creo que nunca realmente podré decir que comprendí a ésa mujer.
"A veces, en las mañanas, me despertaba y me incorporaba sobre la cama. Ella ya se había levantado y estaba recargada perezosamente en el marco de la puerta. Estaba desnuda, veía al pasillo y comía una manzana, despreocupadamente...
"Me sentaba en el borde de la cama y tras unos minutos, ella se paraba frente a mí. Ahí era cuando yo cerraba los ojos y deseaba que ése momento durara para siempre.
"Ella besaba mi pelo y luego se recostaba en la cama, destapada.
" Entonces me volteaba y me acercaba despacio... me acercaba a besar su vientre... A ella le encantaba eso.
"A continuación, ella me tomaba de los cabellos y levantaba mi cara hasta que nos quedábamos viendo directamente a los ojos.
"Era esa mirada fiera... esa fuerza incontenible... algo que jamás podré explicar...
"Me miraba por largo rato y luego me decía un poderoso "Te Amo"... pero no era sólo eso... no eran sólo dos palabras... era una lanza que atravesaba mi ser de un lado a otro. Y ella yacía allí, sabiéndose responsable de provocarme tal estremecimiento. Esos ojos..."

Sentí sus dedos sobre mis labios.
No debía decir una palabra más.

- Sigues estando muy enamorado de ella - Me dijo con seriedad.

-Sí - respondí tras un breve instante. Ella suspiró.

-Me habría gustado enamorarme así.

No dije nada y el silencio reinó un momento. El sonido del piano se había ido.

Se me acercó una vez más, con calma, y me quitó la venda de los ojos, al tiempo que me besaba suavemente el espacio entre la oreja y el ojo.
Poco a poco, ví de nuevo. Ella seguía allí, arrodillada.
Un resplandor extraño atrajo mi mirada. Levanté mi cuchara. Ésta brillaba con una luz roja.

-Se llena con amor -dijo, y luego hizo una pausa - No llores más su muerte, aún estás muy lleno de amor...-

Sonrió, se levantó y salió del cuarto, libre como siempre.

Me quedé allí un momento, admirando el destello que emanaba de mi cuchara.

En alguna parte, ella comenzó a tocar el piano...
Era aquella melodía de nuevo. Una tonada que recordaré para siempre.





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