A continuación, él habló más quedo.
Abrí los ojos.
El hombre abrazaba a su esposa y le decía algunas palabras que muy probablemente tenían que ver con "te amo. Ahora, no mires atrás"
La lluvia caía fuertemente hasta donde llegaba mi vista. Mi cara estaba contra el pavimento y sentía mi pesado cuerpo empapado, tendido sobre lo que fue una calle.
A lo lejos: gritos, la lluvia incontenible, sirenas, sonidos de algo que golpeaba fuertemente contra el piso.
El hombre se quedó allí, viendo como se alejaba el atestado auto donde viajaba su esposa y su hija.
No me podía mover.
Pasado un rato, se volteó y me vió. Se dio cuenta de que lo estaba observando.
Se acercó a mí, trotando.
Al llegar a mi lado, deslizó su mano entre mi cabeza y el suelo y con la otra, intentó incorporarme, al menos para que quedara sentado.
Un fuerte dolor recorrió mi cuerpo, mi cabeza estaba bloqueada y mis huesos, heridos.
Él dijo algo, aunque la verdad no se muy bien qué, pero luego supe que me miraba de forma extraña, hasta percibí que hizo una exclamación de sorpresa.
Genial, tal vez sabía quien era yo, lo cual significaba problemas.
Mi vago pensamiento fue interrumpido por un espasmo en mi abdomen seguido de una punzada sen todo mi ser que casi me deja inconsciente de nuevo. Luego, el vómito ensangrentado y la respiración agitada.
El hombre volvió a hablar, pero los sonidos se me escapaban casi tanto como las demás sensaciones y la noción misma de la realidad
"por que no me botas aquí y te largas, amigo" - pensé con dificultad, y al momento, un estremecimiento sacudió la tierra con violencia, ocasionando que me golpeara la cabeza y no supiese más de la lluvia ni del hombre ni de aquel cielo nublado sobre un poblado de sudáfrica...
(continuará)