el primer año no fue tan malo. Día a día me despertaba, me bañaba, me vestía, desayunaba, me ejercitaba en gimnasio de la nave, limpiaba todo con esmero, accedía a la red Omega Azul y contactaba a mis amigos, a mis socios, a todo mundo.
el segundo año fui perdiendo el entusiasmo. A veces me quedaba sentado mirando al vacío por horas, jugueteando con el lápiz, sin hacer algo de utilidad.
el tercer año fue terrible, hubo días en los que me despertaba y me quedaba sentado sin meterme a la ducha, sin desayunar... me quedaba allí sin ganas de dormir ni de hacer algo. Simplemente perdía el tiempo.
No faltó mucho para que la cosa empeorara. Realmente no sabía que hacer. Largas, larguísimas jornadas de estar acostado en el metálico suelo, sin oír otra cosa que el motor de la nave andando y andando.
Fui descuidando mi salud, mi entorno, mi vida entera.
En algun momento, recuerdo que alguien me contacto por la computadora. No se quien era, creo que era una mujer. Hablaba y hablaba y parecía estar preocupada por mi... pero creo que sólo me quedé ahí tirado, y creo que supo que no había muerto puesto que respiraba y de vez en vez me rascaba la mugrienta piel debajo de la barba.
Pasaron más años y ya nadie me contactaba, el motor seguía andando, el robot de mantenimiento me alimentaba y se aseguraba de que no muriera, pero para fines prácticos, me consideraba simplemente como un objeto más de los que venían a bordo.
El androide íba y venía, revisaba el estado de los motores, la integridad de la nave, pero nada más.
Y sólo tenía que ordenarle "hey, robot, limpia este desastre", pero no pude hacer más que mirarlo, no tenía ganas de pronunciar palabras.
A diaro, se me acercaba y me abria los ojos y me arrojaba una luz a ver si mis pupilas se dilataban y comprobar que todo estuviera "normal". Terminada su labor, se daba media vuelta y se íba a su compartimiento y se desconectaba por el resto del día.
A la vuelta de otro año, un "día", oí que la computadora de navegación no paraba de hacer un ruido y de encender una luz.
-Afirmación: Señor, creo que hemos llegado a su destino, señor. - dijo el robot - Señor, creo que debería ducharse, señor.
Lo mire un momento, luego se dio la vuelta y se fué.
De alguna forma pude hacer un esfuerzo y me levante hasta la consola de la nave. En la pantalla, parpadeaba el anuncio "Preparando aterrizaje, destino alcanzado"
Tardé en comprenderlo, quizás porque ya hasta había olvidado cual era mi objetivo desde un inicio. Pero cuando por fin entendí, grité como un loco, agitaba los brazos y brincaba de un lado a otro como todo un chimpancé. Corrí a la ducha... no no no, no hay tiempo, a la cocina por comida... no no tampoco
-Baafrr aarhhfffrrr! - balbuceé. Hacía tanto tiempo que no hablaba que de momento no pude hilar las palabras de manera coherente. - Obot! Robot! robot! - conseguí articular tras fallidos intentos.
El automático se presentó ante mi.
-Si, mi señor?
- Dame un sedante y luego hazme pasar un programa completo de limpieza y nutrición. Y que sea rápido.
- Como el señor ordene - dijo, y al instante me inyectó cierta sustancia en el cuello y no supe más.
Cuando volví a mis sentidos, me encontraba sentado en el comedor de la nave y vestía un traje verde grisáceo. Estaba limpio, rasurado y hasta perfumado; no tenía hambre y mi mochila estaba en la mesa, con todos mis objetos dentro.
-Robot, vigila la nave, mantente en contacto.
- Como el señor ordene - respondió.
Revisé dos veces: habíamos llegado al fin! Y mientras el robot se encargaba de mi higiene, la nave debió aterrizar... Los sensores indicaban clima templado, 17 °C, humedad moderada... era perfecto, todo era perfecto.
Presuroso, me paré en el elevador. Estaba muy nervioso, las manos me sudaban e incluso me temblaban las piernas.
Despacio, el elevador bajó hasta posarse suavemente en el pasto de aquella tierra extraterrestre. Activé el cinturón gravitatorio para que la gravedad fuera la misma que en la tierra y que en la nave.
Al dar mi primer paso, noté que una sonrisa ocupaba mi rostro, como no la había sentido en mucho tiempo.
"La Luna del Poeta" dije para mí. Había pasado tanto tiempo y por fin había llegado...
la Luna del Poeta...
(continuará...)
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